Lo que la crisis nos dejó: DIXI (He dicho)

(Por María Laura Rosales, desde San Miguel de Tucumán)

Preguntar por los porqué a menudo conlleva el peligro del aplazo -primero indefinido, después definitivo- de iniciativas surgidas como reacciones violentas (e intuitivas) al status quo. Si tenemos que sincerarnos -y no vamos a mentir justamente aquí-, DIXI (He dicho) no fue el producto de un plan concebido con nueve meses de anticipación. La publicación no procede de un estudio de mercado, ni de un análisis sosegado y sensato de la “factibilidad del proyecto”. Asumir lo contrario sería negar una historia que nos enorgullece: DIXI (He dicho) apareció en el peor momento de la última crisis general del país con la única intención de ofrecer resistencia a un contexto de pesimismo y desesperación.
Teníamos 20 años y, pese a que nos esforzábamos en parecer seguras, estábamos tan desorientadas como nuestro entorno. ¿En qué momento se había ido todo al diablo? ¿Debíamos buscar un futuro en el extranjero? ¿Cómo salir de la parálisis? ¿Qué mensaje había oculto en la devaluación, el “corralito” bancario, la sucesión de presidentes, los saqueos, los “cacerolazos” y las muertes por desnutrición? Pero el interrogante por excelencia que resume las inquietudes de aquella época espantosa estaba vinculado a la sensación de fracaso del materialismo que promovió la hoy denostada década de 1990. ¿Qué nos quedaba cuando las seguridades económicas se habían esfumado por completo?
Vimos una respuesta en la palabra y en la cultura, un ámbito de contención espiritual al alcance de nuestras manos. El Tucumán de diciembre de 2001 pedía a gritos una plataforma de comunicación que se ocupase de contar las historias que pasaban inadvertidas en el tumulto de la crisis.
DIXI (He dicho) fue un acto de sensibilidad. Queríamos escribir y queríamos leernos. Queríamos exponernos, sacar lo que llevábamos adentro. Queríamos una publicación abierta, plural, secular, capaz de dar cobijo a las plumas nuevas y emergentes, y de divulgar los fenómenos culturales con una perspectiva local. Queríamos que la revista tuviese una distribución gratuita para que el dinero, ese bien escaso y esquivo -cuya posesión coloca a la gente en los territorios enfrentados de marginación e inclusión- no fuese un obstáculo para la lectura.
Nos miraron con la condescendencia que se dispensa al adolescente rebelde que quiere cambiar el mundo. No nos importó la incredulidad ajena. Nos aferramos a los que nos tendieron la mano. En marzo de 2002, después de pasar por la inverosímil tarea de vender los avisos publicitarios de una revista todavía inexistente, llegó la primera DIXI (He dicho) con un concepto editorial empeñado en huir del sectarismo y la endogamia que suelen condenar a las revistas culturales.
Cada edición fue concebida como si fuese la última. Nunca nos propusimos vivir 10 años ni publicar 33 números. Hemos atravesado por etapas de zozobra sin caer. En algún momento, DIXI (He dicho) adquirió autonomía y madurez. Crecimos con cada tropiezo, ganamos la preciada experiencia sosteniendo el pabellón de la independencia -jamás recibimos subsidio o aporte público alguno- y, número a número, procuramos renovar el diseño (en blanco y negro, los colores de la crisis), ampliar la circulación y aprovechar los beneficios de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Jamás nos detuvimos en la búsqueda de un contenido de calidad. Jamás cerramos la puerta a nuevos colaboradores; para muchos de ellos, DIXI (He dicho) ha supuesto la posibilidad de publicar un texto por primera vez.
Nuestra revista es un gesto de esperanza. Nada nos gobierna salvo el amor por la lengua de Jorge Luis Borges -la misma lengua de Miguel de Cervantes-. Parida en medio de la precariedad, DIXI (He dicho) ha demostrado su vocación por la continuidad. En esa insistencia tenaz, se ha ganado un lugar digno en la divulgación de la cultura a la que pertenece. Los autores (¡más de 40!) y lectores (alrededor de 5.000 entre la edición impresa y la digital) se han adueñado de ella. Y enhorabuena porque toda publicación que aspire a influir en su comunidad de referencia vive, vibra, suda y progresa en la dinámica de escritura y lectura que justifica su existencia.

Proteiformes
Quisimos -todavía queremos- construir un altar para la palabra, y su poder para crear y comunicar realidades que enriquecen la percepción del mundo. Que la palabra se exprese con comodidad, y que en esa itinerario expresivo abunde el respeto por los que piensan distinto y por la lengua castellana.
Procuramos que DIXI (He dicho) ofrezca lecturas novedosas, atrapantes y originales sobre los hechos culturales de nuestro tiempo. Que crónicas, reportajes –“género que pone en juego el yo del autor más subrayado posible”, según define el maestro Miguel Ángel Bastenier (1)-, entrevistas y reseñas aborden el universo de las artes, la literatura, la música, la danza, el cine, la fotografía, el teatro... Entendimos que debíamos ampliar el refugio de la cultura y no limitar el significado de ese concepto proteiforme a un canon tradicional. La apertura no debía, sin embargo, sacrificar la rigurosidad de textos que cuentan historias de Tucumán y de tucumanos, e historias de interés local concebidas por autores foráneos.
Buscamos romper con la tradición que circunscribe el debate de la cultura a una élite intelectual y a una retórica aburrida (2). En el mismo orden, creemos que el acceso amplio a los bienes culturales fortalece la ciudadanía. Es, en el fondo, una apuesta por valores ausentes de los mecanismos de entretenimiento que promueven los mercados y la sociedad de consumo. DIXI (He dicho) alienta la reflexión, la memoria, el pensamiento crítico, la reivindicación de la creatividad artística y todas las actitudes individuales que favorecen la salud de la vida comunitaria.
Planteamos una escritura que involucre a los lectores, que atraiga por el fondo pero también por la forma y la presentación estética. Una lectura que incite a la interacción, que alimente espiritualmente al lector. Porque DIXI (He dicho) proviene de amantes de los libros identificadas con este pensamiento del escritor español Luis García Montero (3): "a la figura del lector le tengo mucho respeto. Si yo soy poeta es porque mi padre leía en alto sus poemas preferidos y porque me recuerdo a mí mismo con 15 años deslumbrado con un libro en las manos. Si yo no hubiera leído a Cernuda o a Gil de Biedma no sería como soy ahora. Yo descubrí en sus páginas mi propio rostro, por eso me tomo muy en serio esa experiencia. Parece que cuando piensas en el lector es porque quieres vender mucho. En poesía eso es ridículo porque ni el que más vende vende mucho, pero funciona el prejuicio. Como dice Joan Margarit, el lector de poesía no es como el público que escucha una canción, es como el músico que interpreta una partitura".
Exploramos las posibilidades de una escritura capaz de movilizar, que tenga alma, pasión e ingenio, y que se distinga de la prosa mecánica y cansada de las publicaciones convencionales. Una lectura que enamore, y que haga soñar, y que, en la cima de su realización, despierte al autor potencial que llevamos adentro. Es decir, adherimos a una lectura como salto al vacío y negación del vacío inscrito en una concepción materialista pura de la existencia humana.
Intentamos ser una publicación cultural alternativa sin presentarnos como “la” (única) alternativa de las publicaciones culturales. Nos animamos a seguir una receta distinta a la de los medios de comunicación convencionales porque la innovación también es una preocupación cultural. En ese contexto, nos hemos adelantado al planteo de la gratuidad hoy vigente en todos los niveles de producción de contenidos intelectuales. Oponemos resistencia al axioma que vincula la gratuidad con la mala calidad (4), y al principio que postula que sin apoyo del Estado no es posible ejecutar proyectos culturales duraderos y serios.

Fabricar largo plazo
Tal y como lo enunciamos, DIXI (He dicho) fue una creación casi espontánea. Su génesis se remonta a una década atrás y no obedece a ningún tipo de planificación esquematizada.
DIXI (He dicho) fabricó su propio largo plazo a fuerza de vencer la inercia de la comodidad. Sólo quien ha hecho alguna vez una revista cultural sabe, por un lado, el enorme esfuerzo que esta implica y, por el otro, lo adictiva que puede llegar a ser. Cuando lo primero es más fuerte que lo segundo, la publicación decae y muere. Pero a DIXI (He dicho), que en su derrotero pudo faltarle de todo, siempre le sobró entusiasmo e instinto de supervivencia.
En parte nos ha ayudado una organización flexible y desestructurada fundada en el trabajo en equipo, y la distribución de roles y responsabilidades. Esa estructura ha sido capaz de reunir sistemáticamente los fondos para costear los gastos de producción e impresión, pese a que, entre 2001 y 2011, los precios de imprenta han aumentado hasta el 300%. DIXI (He dicho) nos ha dado todo tipo de satisfacciones (en verdad, incontables), pero jamás nos dio dinero. Durante estos 10 años hemos mantenido la revista sacrificando nuestro tiempo libre, dándole más y más con la esperanza de que un día pueda convertirse en una actividad rentable. Hoy sabemos que el salto está más cerca que nunca y que este depende de que seamos capaces de exponer los resultados de DIXI (He dicho) a nuevas fuentes de financiación.
De modo que, en nuestra metodología de trabajo, lo primero es garantizar los fondos. Con frecuencia, ello nos ha obligado a modificar agendas y cronogramas y, hay que reconocerlo, a publicar menos números de los que nos gustaría. En 2010, cuatro. En 2011, tres. En 2002, siete... Es el ritmo de producción –con todo, un triunfo de la obstinación para los estándares locales- que permite el mercado publicitario de Tucumán, al que DIXI (He dicho), que es gratis para los lectores, está subordinada por completo.
Subordinada más no condicionada. Ninguno de nuestros auspiciantes tiene suficiente poder e influencia como para determinar los contenidos de la revista. Por el contrario, la mayor parte de ellos participa en el proyecto en un pie de igualdad, con avisos que no superan los $ 1.000 (tarifa actualizada a abril de 2012) y que, sin duda, están entre los más baratos de la plaza. Si bien es engorroso trabajar con pequeños y medianos comercios, la fórmula se ajusta al tamaño y las posibilidades del sector privado tucumano -interesado en auspiciar publicaciones culturales-, y garantiza el vuelo independiente de DIXI (He dicho).
En estos 10 años de historia, jamás hemos recibido un aporte del Estado ni de sus entidades autárticas. Esa abstinencia de fondos nos ha permitido demostrar que DIXI (He dicho) puede existir por sí misma, sin el alivio de la pauta oficial. Esta también es nuestra manera de repudiar la opacidad estatal en una materia tan sensible como la libertad de prensa y expresión: mientras las instituciones públicas no apliquen un mecanismo transparente en sus desembolsos a los medios de comunicación no estarán dadas las condiciones democráticas para recibir aportes en concepto de publicidad oficial. Aquello no significa que la revista esté en favor y en contra de un gobierno determinado; simplemente, no nos resignamos a someternos a prácticas injustas. Es la posición ética mínima que puede defender una revista surgida de las entrañas de la crisis de 2001.
Toda la búsqueda de recursos está inspirada en la conmovedora usina editorial en que DIXI (He dicho) se ha convertido a lo largo de estos años. No nos equivocábamos en el diagnóstico inicial: mucha gente tiene sed de escrituras y lecturas culturales. Lo hemos comprobado mediante la ampliación sistemática de nuestra base de colaboradores y de la inmensa penetración de la revista en su entorno -y más allá de él-. En el primer caso, DIXI (He dicho) ha hecho de la renovación permanente de su staff una auténtica política editorial. Una cuarentena de colaboradores (todos ad honorem, ¡claro!) han publicado en nuestros 33 números –el 34 está en etapa de producción en este preciso momento-. En esa masa de autores hay una mayoría de menores de 30 años, redactores procedentes de todas las disciplinas y un buen número de debutantes en el oficio de publicar en revistas culturales.
Hemos conseguido ese nivel de participación con convocatorias directas y generales, siempre abiertas. Detectando las nuevas plumas, recibiendo recomendaciones, proponiendo temas e historias. Estableciendo relaciones fundadas en una hoja de estilo que explicita las reglas de convivencia vigentes en el ámbito de DIXI (He dicho) y que hace hincapié en el deseo de cuidar la palabra, y promover un debate cultural respetuoso de las opiniones ajenas y de las minorías. Un pequeño comité (integrado por los responsables de la coordinación, la edición y el diseño) revisa los textos y aprueba su publicación en la versión en papel y en la edición digital.
Párrafo aparte merece nuestra preocupación por usar las nuevas tecnologías de la información y comunicación para potenciar la divulgación de los contenidos y convocatorias de DIXI (He dicho). La revista tiene una presencia fluida en las redes sociales (Blogger, Facebook, Flickr, Twitter e Issuu). Nuestro blog, que recibe una actualización permanente -allí van también los textos que, por razones de espacio, no podemos incluir en la edición impresa-, nos provee de información constante sobre las preferencias y características de nuestros lectores. También facilita la interacción con el público, y el intercambio de opiniones y comentarios (a diferencia de otros medios, DIXI pone especial celo en moderar una discusión respetuosa y constructiva). Esa relación frecuente y cotidiana -estimulada por iniciativas como el concurso “Sé nuestro crítico gastronómico (por un día)”- ha contribuido a crear una gratificante sensación de comunidad. Como decimos orgullosamente, DIXI (He dicho) nos ha dado más de lo que alguna vez soñamos, un refugio para la lectura y la escritura que multiplica las virtudes de autores y lectores.

Ni exclusiva ni excluyente
DIXI (He dicho) es, históricamente, una publicación para jóvenes. Pero nunca fue una revista excluyente. Por el contrario, siempre hemos procurado que los lectores se sientan cómodos sin distinción de edades ni niveles de educación formal. Nuestro público se compone, en definitiva, por gente -joven o no- interesada en el debate (serio y respetuoso) de la cultura. No necesariamente por lectores de toda la vida: quizá por lectores que están aprendiendo a serlo o por lectores dispuestos a bucear en los contenidos de revistas alternativas.
DIXI (He dicho) imprime entre 1.000 y 2.000 ejemplares mientras que su audiencia digital ha registrado picos de hasta 3.000 visitas mensuales. Como la revista es gratuita, todas las copias -absolutamente todas- llegan a los lectores. La red de distribución está formada por las tiendas y comercios que auspician la publicación, y por centros culturales, museos, teatros y hoteles de San Miguel de Tucumán. Además y desde el año pasado, DIXI (He dicho) dispone de un sistema de suscripciones para recibir la revista en el domicilio pagando solamente los gastos de entrega.
Aunque no podemos demostrarlo científicamente, calculamos que cada copia tiene un readership de por lo menos 3 lectores. En cambio, sabemos que hay coleccionistas de la edición impresa y que, felizmente, las pilas de DIXI (He dicho) se agotan a poco de llegar a los puntos de distribución.


Primera y gran victoria
Sus diez años de vida son el primer y gran logro de DIXI (He dicho). Esa continuidad nos ha convertido en una publicación cultural -no académica- de referencia en Tucumán, además de la primera de carácter gratuito. Muchas revistas (algunas muy buenas) se han quedado en el camino (5). Y DIXI (He dicho), que ha llegado hasta aquí por una conjunción muy especial de fuerzas, no tiene el futuro asegurado.
No obstante, revisar el pasado de DIXI (He dicho) nos llena de satisfacción: hemos abierto de la nada, sin más herramientas que el deseo de sentir que hacíamos algo para paliar la crisis de 2001 y el amor por la lengua española, un ámbito nuevo para el debate de la cultura que, en el presente, involucra a miles de personas. Un proyecto abierto y pluralista que intenta llamar la atención sobre hechos y fenómenos locales que (a veces) no trascienden en los medios de comunicación convencionales, y que nos ayudan a comprender la identidad, idiosincrasia, tradiciones, valores y perspectivas de nuestra sociedad.
La palabra nos aglutina. DIXI (He dicho) ha conseguido funcionar como un laboratorio de redacción donde colaboradores veteranos se mezclan con autores noveles. De esa conjunción surge un reportaje sobre la única escuela universitaria de lutería del Noroeste (6), un microrrelato inspirado en las jaurías de perros callejeros que abundan en la ciudad (7), y una reseña de “El arte dramático de las bestias”, obra del grupo independiente Suvasta Teatro Compañía inspirada en el texto “Cuarteto”, de Heine Müller (8). Es decir, hemos conseguido una inmensa libertad creativa y artística para escribir y leer. Una conquista que fue reconocida por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano al seleccionar a nuestro proyecto para participar del Taller de publicaciones alternativas y culturales -Experiencias de un periodismo en época de transición- celebrado en la Ciudad de Buenos Aires en noviembre de 2006.
A lo mejor 33 números en 10 años parezcan pocos para una revista gratuita en blanco y negro. Quizá no haya gran mérito en disponer de una versión digital actualizada permanentemente que brinde acceso irrestricto a nuestro archivo. Hay muchas revistas culturales en Argentina y muchas más en el concierto de los países hispanohablantes. Pero DIXI (He dicho) ha surgido en el peor escenario posible. Ahora ya sabemos que un lector y un autor bastan para devolver la fe a un pueblo en bancarrota.

Notas
(1) Bastenier, Miguel Ángel. “El blanco móvil. Curso de periodismo”, ensayo publicado por Grupo Santillana de Ediciones SA en Madrid, España, 2001. P. 157.
(2) Wolfe, Tom. “The new journalism”, antología de reportajes publicada por la editorial Picador en Londres, Reino Unido, en 1975. P. 43.
(3) Rodríguez Marcos, Javier. “Dentro de todo cursi hay un malvado”, entrevista a Luis García Montero publicada en el diario El País el 03 de marzo de 2011, Madrid, España. Disponible aquí.
(4) Anderson, Chris. “Free. The future of a radical price”, ensayo publicado por la editorial Hyperion en Nueva York, Estados Unidos, en 2009. P.135.
(5) “La persistencia del papel en tiempos del blog”, reportaje publicado en el diario La Gaceta el lunes 17 de marzo de 2008, San Miguel de Tucumán, Tucumán. Disponible aquí. 

(6) Baigorrí, Gabriela. “Donde nace la música”, reportaje publicado en el número XXVIII de la revista DIXI (He dicho), marzo de 2009, San Miguel de Tucumán, Tucumán. Disponible aquí.
(7) Nicolau, Alejandro. “Sobre los perros tucumanos”, microrrelato publicado en el número XXX de la revista DIXI (He dicho), octubre de 2010, San Miguel de Tucumán, Tucumán. Disponible aquí.
(8) Bautista Eusebio. “Al servicio de la pulsión primaria”, reseña publicada en el número XXI de la revista DIXI (He dicho), diciembre de 2010, San Miguel de Tucumán, Tucumán. Disponible aquí.
*María Laura Rosales coordina DIXI (He dicho) desde el número XXX.